martes, 1 de septiembre de 2009

Las bases que dividen

El problema entre Venezuela y Colombia respecto a las bases norteamericanas instalada en la frontera, versa más allá de una simple infraestructura. Pareciera que esta diferencia entre ambas naciones se convirtió en una lucha ideológica, sin embargo esta vez la región no está tan polarizada como muchos podrían pensar.
Ocurre que el malestar del mandatario Hugo Chávez, guarda relación con su desprecio a Estados Unidos y lo que pueda representar. Mientras tanto Álvo Uribe justifica su accionar netamente para impedir una posible expansión de la guerrilla colombiana y así dar una lucha firme contra el narcotráfico.
En la cumbre recién pasada de la Unasur, los 12 presidentes se mostraron de acuerdo en revisar cuidadosamente los puntos del acuerdo entre Colombia y EEUU, mientras que algunos señalaron que no era necesario llamar a Barack Obama para pedirle "explicaciones".
La gran incertudumbre que queda semebrada es, ¿Hasta qué punto un país ejerce su soberanía? Si bien Colombia está actuando dentro de sus límites geográficos, no deja de preocupar un leve intervencionismo por parte de la nación americana, a pesar de que ésta sólo esté entregando ayuda. Y este es el punto donde Chávez hace hincapié, según él esto no es más que una forma de "invadir la región" y los primeros perjudicados sería la misma ciudad de Caracas.
La propuesta presentada en la Unasur parece razonable, revisar cuidadosamente el documento puesto que esto también es algo que atañe a la región en particular. Sin embargo, los países deben tener en cuenta que el "problema" en sí correspnde sólo a ambas naciones y por más que traten de intervenir poco podrán hacer. Es por esto que pedir que ambos firmen un acuerdo de mutuo respeto, tanto a nivel militar y político sería una opción viable. En donde Colombia se comprometa que las fuerzas norteamericanas no traspasarán las fronteras sólo si esto es necesario (contando con la aprobación de algún organismo como la OEA) y Venezuela reconozca que el derecho de soberanía corresponde a cada país, sin verse presionado por externos.
Un acuerdo así, primero pasaría a ser una referencia en este tipo de situaciones, donde muchas veces el malentendido entre soberanía e intervencionismo generan debates que no provocan más que problemas en las relaciones bilaterales de los países.

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