miércoles, 12 de agosto de 2009

Duro pasar de Centroamérica

Centroamérica es una de las zonas más conflictivas de América, se destaca por ser una región en donde la inestabilidad ha sido parte de su historia. La región está compuesta por cinco naciones: Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua, si bien América Central corresponde también a los países de Belice y Panamá, se debe hacer hincapié que éstos últimos no corresponden a la unión que tienen desde la colonia los primeros cinco luego de la independencia de cada uno.
Si bien Costa Rica ha sido el país con menos conflictos de la zona, durante los ’80 también debió enfrentarse a problemas internos. La guerra civil ha sido la tónica de la región durante el último tiempo, la vuelta a la democracia trajo consigo problemas de estabilidad política, económica y una desigualdad que la catalogado como una de las más pobres del mundo.
Ocurre que terminada la década de los ’80, Centroamérica intentó retomar el sistema de la democracia, sin embargo la poca experiencia y la inestabilidad con la que contaba la región le jugaron en contra, provocando un clima hostil para quienes intentaban gobernar. Difícilmente una zona que estuvo marcada por gobiernos de oligárquicos, dictaduras de la fuerzas armadas o conflictos que dividieron completamente a los países, pueden tomar con tranquilidad un gobierno en donde la libertad y la tolerancia sea pilar fundamental.
Es probable que tantos años de régimen autoritario, elites políticas, poca participación ciudadana, sea razón de la poca estabilidad con la que cuenta la zona. Volver a la democracia no significa sólo que las instituciones estatales se lo propongan, sino que también sean los mismos ciudadanos que estén convencido de ello. La legitimidad solía basarse en la violencia y en la represión, por lo que un cambio drástico en ese sentido parecía ser algo que asustaba y no convencía a la población. Un pilar fundamental para conseguir la legitimidad en un gobierno es contar con la credibilidad de la gente, no solamente el apoyo en el aspecto democrático, sino que también a la hora de acatar decisiones.
La situación en Honduras en este momento probablemente no extraña, es volver a repetir la historia de años atrás, en donde la disconformidad de un grupo llevó a un caos. La toma del poder pasa a ser un deber que parecieran adjudicarse quienes creen que es necesario hacerlo.

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